24 sardinas (mejor medianas a grandes)
2 kilos de sal gorda
Preparación:
Tenemos que utilizar unas sardinas frescas. Como las de la canción:
Desde Santurce a Bilbao
vengo por toda la orilla,
con la falda remangada,
luciendo las pantorrillas.
Vengo deprisa y corriendo
por que me oprime el corsé.
Voy gritando por la calle:
¡Quién compra!
sardinas frescues!...
Mis sardinitas,
qué ricas son.
Son de Santurce.
Las traigo yo.
La del primero me llama.
La del segundo también.
La del tercero me dice,
¿a como las vende usted?.
Y yo le digo que a cuatro,
y ella me dice que a tres.
Cojo la cesta y me marcho.
¡Quién compra!
sardinas frescues!...
Mis sardinitas,
qué ricas son.
Son de Santurce.
Las traigo yo.
Vamos, como éstas:
Que aunque no son de Santurce, son frescas, gorditas y con un alto contenido en grasa. ¡Ideales!.
Y volviendo a la receta. Cubrimos el fondo de un plaqué de horno con un dedo de sal gorda.
Colocamos encima las sardinas, con tripas y sin desescamar y las cubrimos con otro dedo de sal gorda.
Introducimos en el horno precalentado a 180º C entre 15 y 20 minutos (el tiempo dependerá de lo gordas que sean nuestras sardinas).
Pasado este tiempo sacamos del horno. Se nos habrá formado una costra con la sal que romperemos con la ayuda de una cuchara con cuidado de no romper las sardinas.
Las retiramos la sal y disponemos en una fuente.
Presentación:
Pues lo más razonable es ponerlas en una fuente o plato llano y, con la ayuda de las manos, ir retirando las escamas y la piel, e ir comiendo a bocados. ¡Ummmmmmmmmmmmm!. Se me hace la boca agua.
Sardinas a la sal.
Para los más exquisitos o como algo excepcional, podemos limpiarlas fuera de la mesa con la ayuda de un tenedor y un cuchillo y servir ya limpias emplatadas individualmente, acompañadas de un poquito de salsa mahonesa casera.
Sardinas a la sal.
¡Todo un lujo!. Y pocos pescados más baratos y sabrosos que las sardinitas.
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